Me causan risa aquellos que hablan sin cesar sobre la incansable búsqueda de la felicidad que debe mover a toda persona, como si ese felicidad fuera algo real y no, como de hecho es, una ilusión que emana de la necedad humana. En el mejor de los casos los únicos placeres reales son los del intelecto y, en menor medida, los provenientes de la voluptuosidad, siendo más precisos: el sexo. Y aún éstos siempre parecen estar en el pasado o en el futuro, nunca en el presente, del mismo modo que la felicidad es de otros pero jamás de uno mismo, siempre es relativa y nunca absoluta. Por eso es hilarante escuchar que alguien diga sincera y convincentemente estas palabras: “la felicidad que me embarga en este instante es indescriptible”, en cambio es común escuchar que alguien dice “sentí placer hace unos días”, o bien “estoy ansioso por ser feliz en tal o cual acto”, lo cual confirma que lo poco de bueno que hay en la vida no existe porque se encuentra en el pasado o creemos que aún está por llegar. Pocos pueden notar el preciso momento en que viven una etapa de bienestar, mientras que aseguran con ligereza que “éste o aquel sujeto parecen ser muy felices”. Así mismo, es común escuchar (incluso de mi propia boca) que “seríamos felices si nos encontráramos en otras circunstancias” o “si consiguiéramos tal o cual cosa”, de donde se desprende que todas las hipótesis para alcanzar la dicha se hallan fuera de nuestra esfera y lo poco que tenemos jamás podrá satisfacernos. Quienes se dicen felices se engañan y en el fondo son los más desdichados, pero bajo la ilusión del “éxito” en el trabajo o en la escuela pretenden olvidarse de su vacío monumental. Alguien dijo alguna vez :´mientras mas intensa la felicidad y el placer menos llegan las palabras´ entonces no podria encontrar aquellas frases , podria esto tener algun sentido evidente ? .El hombre es pernicioso, es un mal, y como tal existe con miras al mal, educarlo con éticas es un medio artificial para hacer menos tormentoso el trato con los demás hombres. De ahí que resulte una abominación hacer de un conjunto de males, como es la generalidad de hombres, un paraíso de bondad terrenal, ¿es que acaso de la reunión de muchos males puede surgir algo bueno? ¡Permítanme que me ría! .
Las hermosas rosas que vemos florecer en los jardines mueren a casusa del mismo sol que les ha dado vida, se arrugan, languidecen y se marchitan; otras más son succionadas por abejas, éstas a su vez mueren a causa de un pleito con otros insectos; los árboles son comidos del tronco por termitas; una bella y delicada dama arranca las flores del jardín sin la menor consideración sólo para adornar su tocador, el jardinero igualmente las extirpa para obtener un poco de dinero para comer; las aves son cazadas por los gatos, los gatos son presas del hombre sin escrúpulos que lo mata sólo por diversión. ¿Puede haber en todo eso placer alguno o el menor signo de bondad? Dondequiera que se posa la mirada se observa angustia y desesperación, el ave o la flor, si tuvieran raciocinio, clamarían por no ser, optarían por nunca venir al mundo
Por todo lo anterior se concluye que la existencia es un mal en sí mismo. Evidentemente resulta dolorosa e injusta la vida para quien la concibe como una dádiva celestial otorgada por un ente benévolo que desea que despleguemos todas nuestras fuerzas para buscar la felicidad, pero para quien la vea como una deuda o un mal en lugar de una gracia, ya no se imaginará que está siendo castigado sino que todos los sufrimientos se tornarán como lo más natural y absolutamente necesario.
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